lunes, 25 de febrero de 2008

Salvando las distancias, un recuerdo futbolero.


Si mal no recuerdo fue un partido contra Lanús, no soy bueno para los resultados pero si me acuerdo de esta anécdota ha de ser porque ganamos; siempre que Boca pierde yo me olvido del partido, hay una especie de magia exitista con mi memoria.
Había ido a la cancha con un amigo chileno que quería conocer la mítica Bombonera y yo siempre ando en plan de anfitrión con los extranjeros, me gusta mostrar que pasé toda mi vida entre lo que ellos tenían tantas ganas de conocer.
El partido estuvo bien, era comienzo de campeonato y había alegría en el aire además de otras sustancias. Se cantó mucho ese partido, el chileno estaba encantado. Claro, allá no se vive de la misma manera, hay como mucha mesura a la hora de gritar.
Pobre el chileno, estaba callado al lado mío mirando como alentábamos y en eso, andá a saber por qué, en un ataque de Lanus, sin riesgo porque estaba liquidado el partido, saltó uno de atrás nuestro y se puso como loco a insultar a un jugador del otro equipo que vaya a saber uno quién era. El tema es que no lo agredía a la ligera, no. “Chileno hijo de puta” le decía, “chileno cagón” continuaba. Un propendo de insultos magistral pero siempre precedido de “chileno”; ni cerca de ser chileno estaba el jugador encima.
Vaya uno a saber de donde salió eso, en la popular hay cada cosa también, y mi amigo, pobre, se reía nomás, como si le causara gracia que ser chileno era -para ese hincha- un insulto en sí.
Pero no era eso lo que me estaba acordando, sino de un viejito que estaba al lado nuestro vestido con un piloto negro que parecía ser parte de su piel ya. Callado el viejo, miraba el partido mientras tenía su radio sin auriculares pegada al oído. Cada tanto nos hablaba, como si fuéramos antiguos conocidos, nos decía “a este tres hay que matarlo”, y al rato agregaba “fenómeno el tres como levantó eh, me hace acordar a Marzolini”. Andá a saber cuántos equipos habrá visto el hombre.
Esa tarde con Lanús el que estaba intratable era Palacio, de acá para allá se corría todo; buscaba pases imposibles y los recuperaba. Estábamos todos encantados, el chileno cada dos minutos me decía “como corre ese cabro”, para qué, una fiesta de elogios. Y yo esperaba el comentario del viejito, porque uno nunca sabe con que se va a encontrar, ¿no? Y llegó el comentario, me miró después de una jugada bárbara que no terminó en gol y me dijo “Cómo se extraña al murciélago, ¿no? Graciani lo hacía seguro. Aunque este pibe, Palacio, es bueno eh. Lindas diagonales tira, habrá aprendido del Alfil.”
Y yo mucho no me acordaba sinceramente, entre que soy joven y que estaba metido en el partido no entendí de quien hablaba y le pregunté nomás. Para qué, un discurso me dio el viejo: “El alfil Graciani, alfil por las diagonales que tiraba. Campeón de la Supercopa 89, de la Recopa 90, 81 goles tiene en Boquita. Graciani, que fenómeno, podés creer, 250 partidos con la azul y oro, nene.”

Yo me sentía ignorante y un poco avergonzado. Quería zafarla de algún modo, quedar bien con uno esos hinchas históricos, que tienen más partidos vistos que las gradas mismas. “Pero Palacio también es bueno, ¿o no?”, le dije a ver que salía. “¿Palacio? Un crack el pibe, poco más de cien partidos y supera los cuarenta goles, ¿de qué me hablás? Viste como corre, busca todas. ¿Y las diagonales que tira?, otra que Graciani. Graciani, que fenómeno el alfil, 81 goles nos dio, podes creerlo”. No se acordaba lo que decía el viejo, sólo sabía de jugadores, de campeonatos, de goles, de partidos. Pero bueno, que otra cosa importaba, estábamos en la cancha y aproveché la amnesia del anciano para quedar bien viste, “el alfil por las diagonales que tiraba, ¿no?” le dije. Después nos interrumpió un gol, es que pasan tantas cosas en la tribuna, cuando quise darme cuenta, estaba el chileno amigo mío festejando el gol abrazado al que puteaba a los chilenos.
Cosas del fútbol. Yo volví a casa y me puse a ver videos que tenía por ahí, la verdad que un fenómeno el alfil, tenía razón el viejo nomás, tenía razón.

lunes, 18 de febrero de 2008

Cerveza acaso?

Siento una opresión en la cabeza, algo que me aprieta ambos lados del cráneo desde arriba de las orejas hacia adentro, coartando mi descanso mental. Es como si una causa pendiente estuviera rebotando en el centro mismo de mi cerebro.
Sé que no es nada, que es más bien una sensación fabricada por mi intelecto y hasta, quizá, una metáfora de lo que me pasa afuera de la cabeza. ¿Acaso algo pasa afuera de la cabeza?
Hoy escribo para purgar, para expulsar de mi cuerpo una sangre espesa que me está aletargando la vida.
Creerse en la obligación de ser inteligente es insostenible, a veces desearía que alguien me quisiera por mis estupideces, por lo más bajo y simple de mi persona, por la infancia rebosante que habita en mi cabeza. Pero dicho sentimiento lo escribo, en vez de tomar un lápiz de color y dibujar, o de jugar un solitario, o de correr una carrera… yo todo lo escribo y me condeno a lo racional, a la forma de vida más compleja e insoportable. Quiero ser libre de mi mente y no puedo, todo lo que tengo son ideas que me despojan de mi idea de dejar todo de lado.
He de pelear por mi libertad, he de hacerlo.
Pero hasta hoy todo fue siempre igual a lo que será mañana, no obstante espero que este fugaz encuentro con mi intención minimalista no se marchite sin dejar, al menos, una inquietud sin trastornos. Busco una duda que me anime a buscar su respuesta, y no una que me destine a la disconformidad desde el principio. La esperanza de encontrar una respuesta, que viaje junto a su posibilidad.

viernes, 8 de febrero de 2008

Himno a la alegría

Yo soy un chico de calle,
con ambiciones de pueblo.
que encuentro mis ganas nuevas
en cada escritor que leo.
Abierto y desengañado
voy pronto a la novedad,
mi sensibilidad es tal
que me conmuevo a mi mismo.
¡Pero que fácil resulta
Poder creerse genial!

sábado, 2 de febrero de 2008

Mi consuelo

Envuelto en bienvenidas silenciosas me saludo.
Yo, que partí callado, volví del mismo modo a reencontrar quién sabe qué.
Envuelto en la brisa de un verano que pensé no tener, me saludo. Bajo una bienvenida que nadie se atreve a pronunciar.
Así como soy de los que parten, así también soy de los que vuelven.