martes, 13 de abril de 2010

Tras el rastro del poeta (1)


Nicanor Parra. Don Nica. Un poeta vivo al que nadie entrevista. No, ya nadie lo entrevista. No obstante, y en defensa de algunos periodistas que deben tenerlo en carpeta, vale aclarar que tiene 96 años. Nació en 1914, mismo año que Cortázar, pero el poeta lo hizo en San Fabián de Alico, cerca de Chillán ("tierra de movimientos"), Chile; y Cortázar en Bruselas, Bélgica. En fin, volvamos a Don Nica, el poeta al que ya nadie entrevista.
Hurgando en el archivo de cierta editorial pude encontrar retazos de reportajes pasados que me permitieron reconstruir partes de su vida sin tener que recurrir a Wikipedia o biografías apócrifas. No es mi intención hacer una cronología completa, sino jugar a la semblanza. Como parte final de este trabajo, el próximo primero de mayo pienso viajar a la tierra del poeta y buscarlo. Con o sin suerte, qué más da…
Es difícil ser preciso en una definición de Nicanor. No solo es poeta, sino también docente (de eso ha vivido toda su vida), y maestro yuyero, medicina que adoptó como propia luego morderse la lengua mientras dormía en Estados Unidos y sólo lograr que la herida cicatrice gracias a un “menjunje de yuyos hechos por la veterana”. La veterana era su madre.
En el año 1949, Parra viaja a Inglaterra y estudia Cosmología en Oxford. En 1968 se suicida su hermana, Violeta Parra, una artista multifacética que expuso su tapicería en el Louvre pero es eminentemente conocida por su guitarra y voz. “Gracias a la vida”, por ejemplo, es un homenaje a cualquiera que la escuche.


Nicanor, amante del amor pero inconstante, se casó al menos seis veces, tiene más hijos que su mano derecha y alguna vez dijo ser parte de una familia de “ocho o nueve hermanos”.
Fue profesor de Física Teórica en la Universidad de Chile, y estaba a cargo de la cátedra de Mecánica Clásica y Relatividad. Para él, Einstein era un poeta.
Recién a los 29 años conoció la poesía de Whitman, en un viaje por Estados Unidos; y a los 36 descubrió la poesía metafísica inglesa: Blake, Keats, T. S. Elliot...
De este Parra se sabe, ante todo, que creó la Antipoesía. Pero no es más (y no es menos) que una vuelta de tuerca a la poesía de hispana de su época. Casi una reenunciación de Wittgenstein: todas las frases del mundo ya han sido construidas, por lo cual resta empezar a destruir, o a construir desde el caos.
Siguiendo esta línea creo los “artefactos”, a los cuales definía mediante ejemplos: “La poesía es el lenguaje del tartamudo”. Son pequeños graffitos, como marcas en El Muro de los Lamentos. “Dime si te molesto con mis lágrimas”
Sigo citando de memoria: “las mariposas son flores en movimiento perpetuo”. Formas breves del decir: lo propuso en los setenta y lo retomaron los creadores de Twitter durante este siglo.
“Nubes. Qué sería de Parra sin ustedes”, escribió haciendo referencia a la humedad, que era lo única que le calmaba el asma. No sé si aun le funcione. Se definió alguna vez como “el campeón de la alergia”, y cuenta que en Lima dio una conferencia sólo para asmáticos. “Y se llenó”.
Vino varias veces a Buenos Aires. Cada vez que habla con un porteño siente que habla con Martín Fierro, aunque su juicio probablemente esté sesgado por la admiración que siente hacia José Hernández. Del mismo modo cree que habla con el Quijote en cada visita a España.
Todo esto, vuelvo a aclarar, lo recopilo de las entrevistas que encuentro de la década de `70, `80 y `90. Tal vez su juicio de hoy le depare otras opiniones. De cualquier forma el tiempo, indefinido como es, ha demostrado que todo es cíclico. Lo que se piensa y se deja de pensar, vuelve a pensarse un tiempo después.
Vivió en Isla Negra (en la costa de Pacífico), a pocos metros de la casa de Pablo Neruda. Cuentan que una vez le preguntaron si él era el poeta más importante de habla hispana. Respondió que le bastaba con ser el poeta más importante de Isla Negra…
De todos modos, contra lo que puede pensarse, era amigo del otro gran poeta chileno. Aunque también se declara “el antipoeta de Neruda”, su antítesis, la cara opuesta a un determinado lenguaje. Y qué no daría yo por haberlos visto expresarse entre ellos.
Dijo en cierta ocasión: “decidí venir a Isla Negra porque mi enemistad con Neruda es real. Ya no lo quiero hermano, como también lo quiero”.
Quienes lo entrevistaron confiesan que es tan difícil e irónico como divertido. No se deja grabar, no deja tomar notas. Es arrogante en la medida que es inteligente, y trata de evitar las preguntas metafísicas. “El único que ha respondido quién era fue Jesucristo (“Soy el que soy”, dijo). Perdón, pero creo que está mal que el escritor hable de sí mismo”.
Hablo yo por él. Nicanor Parra. Poeta. Antipoeta y físico. Profesor de matemática. Hermano de una cantante tremenda y artista en familia de artistas. Tiene 96 años, muchos. Y está vivo. Las pistas me llevan a Las Cruces o Cartagena (en Chile, claro), donde Don Nica, el que dijo que la derecha y la izquierda unidas jamás serán vencidas, el que dijo que los poetas bajaron del Olimpo, vive refugiado del mundo público. Desde ahí lleva la poesía a fojas cero. Desde el anonimato no anónimo de desaparecer, Nicanor Parra dice, como si fuera un artefacto, que la posteridad lo espera en el olvido.







1 comentario:

Alejandro Bennet dijo...

Qué felicidad enorme, sincera y verdadera, me genera que menciones tan solo los apellidos de Arturo Belano y Ulises Lima.
Agradecido entonces, seguiré mi viaje en busca de mi Cesárea.