martes, 6 de octubre de 2009

Para una cartografía sensible

En lo tibio y lo profundo (no tan hondo) en lo estimado en lo siniestro en el trazo azul o rojo o verde en la altura media de la palabra “luciérnaga”. Danzante en la dicción cómodo en lo vacuo hermoso de por sí por ser o estar un ruido tan a palabra tan a cosa y bello en tanto ruido también. El arte o las palabras son lo mismo siempre y cuando no exista soliloquio de sentido ni de forma ni de juego. El límite impreciso es el inútil y vago conocer de los poetas que tal vez lo desconocen que por ahí o por otro lado –la otra orilla¬– lo descubren y revuelven. Depende el día tal vez o no depende. La poesía no gana por cansancio. Flota pura ríe por hambre goza ante la sombra en la cara del que escucha que en vez de pura el poeta dijo puta, ¿dijo puta? ¡Dijo puta! La poesía es viva es piola es una rosa que es símbolo de lo que nunca fue parecido a una rosa y es bastarda y huérfana y escurridiza. Vive en la tinta en los pozos. Hay días en que muere y al nacer es otra cosa. No sé si es o si se hace a mi me suena acaso me la evoca. No sé su nombre ni su forma ni su lengua. A veces suena y al sonar la veo desprovista de significado como la música pero no de sentido su sentido es existir. No tan hondo no tan cierto así liviano y caprichoso inútil peregrino y de ambos sexos. La palabra y su contorno su condena su figura y al final como siempre
un sonido
perforado
por la expresión pre(im)precisa.